jueves, 23 de octubre de 2008

OBAMA

Obama esto. Obama lo otro. La ventaja en las encuestas de Obama. La abuela de Obama. Los fondos de Obama. El carisma, el porte, las corbatas de Obama. El ciclón Obama. El videojuego de Obama. Vote for Obama. Obama for president. Ah, y Joe Biden.

La popularidad de Obama entre los extranorteamericanos, que no tiene techo, se debe a un fenómeno relacionado con el racismo. Con la discriminación positiva. Nos encanta que un negro esté a punto de mudarse a la Casa Blanca porque constituye una versión radical del Sueño Americano que tanto nos seduce. Con el racismo que hay allí. Qué valor. Qué hombre. Y también nos gusta que le ponga las peras al cuarto a George Bush, que a veces es estúpido y a veces el Maligno. Ese ultraliberal. Ese neocon, ese warmongering chimp. Toda esa retórica de racismo y malignidad es estupenda sobre todo porque se trata de su racismo, de su malignidad. Nosotros no tenemos de eso. La larguísima campaña electoral estadounidense es todo lírica, nada narración. O la narración es la secuencia que une un momento lírico con el siguiente: la cenicienta que vence a la todopoderosa Hillary absolutamente por sorpresa, la aparición escuálida (de escualo) de Sarah Palin, el apoyo a Obama de grandes estrellas del rock, entre ellas Bruce Springsteen, el patinazo de McCain calificando de sólida la economía yanqui, las descalificaciones, los debates (ganados o perdidos, no caben más interpretaciones), la abuela moribunda, etcétera.

No me malinterpreten. Me gustaría que ganase Obama. El abuelo McCain parece más proclive a planear invasiones (que no conozca a Zapatero me importa un comino). Es solo que con el candidato demócrata me invade la sensación de estar viendo un trailer en el cine.

1 comentario:

  1. Hola Joseda.
    También podéis encontrar en mi blog el texto que escribí sobre Diego y su obra para la presentación del libro en la Universidad de Murcia.
    Lo encontrarás en www.salondelospasosperdidos.blogspot.com

    Gracias, machote y fuerza.

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