lunes, 8 de septiembre de 2008

FABIENNE VERDIER / PASAJERA DEL SILENCIO

Vaya por delante que este libro engancha y mucho, que me lo he despachado en dos tardes y que no me arrepiento de habérmelo comprado. Ahora, la crítica:

Lo primero que llama la atención en Pasajera del silencio es, digámoslo de una forma suave, la ausencia total del lastre de la humildad. La narradora desgrana sus aventuras colocándose en un papel tan tópico como falso, y sin ningún tipo de ironía se presenta como la exploradora occidental capaz de penetrar hasta el corazón estético de China y aprehender sus obviamente inaprensibles secretos gracias a su alma pura y su paciencia infinita. Estos secretos son, cómo no, topoi zen en cascada, hasta tal punto que hacen pensar primero en David Carradine y luego en Uma Thurman. No es coña: el maestro de grabado con sellos le impone unos ejercicios repetitivos que terminan con sus dedos envueltos en tiritas, por ejemplo.

Lo segundo no es, tal vez, tan evidente. Uno de los muchos motivos de orgullo de Verdier consiste en haber accedido, gracias a muchas súplicas y mucha paciencia, a las enseñanzas de los grandes maestros calígrafos chinos. Éstos aparecen como portadores de una sabiduría milenaria y como fuentes inagotables de esas sentencias zen que podríamos encontrar en una de Tarantino. Pero es posible ir un paso más allá y verlos de otra forma, a través de referencias veladas. Sabemos que todos los maestros de la francesa han sido objeto de represión durante la Revolución Cultural, sabemos que han perdido sus puestos como enseñantes, que viven prácticamente en la indigencia; intuimos que ya nadie se acerca a ellos, que no tienen alumnos ni admiradores ni pueden exponer, que sus contemporáneos los consideran fósiles vivientes y se ríen de ellos. En medio de ese exilio en su propio país, se les acerca alguien aún más bajo, una extranjera estudiante de Bellas Artes, una paria total, y se dedica a dorarles la píldora, día tras día, mendigando educación. Y pican. Se entregan a la desconocida, pasan con ella sus días como si fuese el premio de consolación para el fracasado total. Al margen de lo que quiere Verdier que entendamos, esto es que estos maestros son las cumbres absolutas del arte chino, me han interesado mucho estos personajes tan ishigurianos, entendidos así.

Como consecuencia de todo lo anterior, la banalidad, que es precisamente lo que la autora dice aborrecer y lo que la hace salir de su Francia natal en busca del Absoluto, salpica todo el texto a la manera de cualquier bestseller de Grisham o Follett. En muchos sentidos, este libro es un bestseller a su manera, pero la autodeclarada búsqueda de la pureza que lo informa, junto con la extrema soberbia de la narradora (que no tiene empacho en compararse continuamente con los grandes impresionistas, por ejemplo), hace esta banalidad más molesta. Si estaban pensando en Pearl S. Buck, olvídense. Si logran abstraerse de todo lo anterior y se toman el libro como una novela de viajes, pasarán el rato.

6 comentarios:

  1. Joder colega vaya empanada que tienes, eso si politicamente correcta que es lo que se lleva... cogersela con papel de fumar y cuadrar el circulo, ¿que cojones sabras tu tronco de la cultura china para juzgar tan a la ligera a esa escritora?, ¿banalidad?...of course...la que tu tienes en esa cabeza de chorlito...

    Eso si, mucha poseintelectualoide y mucho pseudo-analisis, mucha critica pero poca autocritica...
    Ya lo dijo Groucho Marx: "No haga exhibición del su volumen craneal pues correrá el riesgo de que un pajaro le cague"...

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  2. Un saludo, amigo "anónimo". Ha quedado patente por su comentario que su nivel intelectual es mucho más alto que el mío, y también que yo, cuando hago críticas de libros en mi blog, hago "mucha crítica pero poca autocrítica". ¡Objetivo conseguido, pues!

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  3. Esplendido amigo, mi nivel intelectual NO ES más alto que el tuyo (a pesar de que hayas pensado que trataba de medirme los atributos con los tuyos cosa que no entraba en mi intención), se ve a las claras que el tuyo SI es más alto que el mio (lo digo sin ironias, es un hecho), pero yo no me refería a eso...
    Veo que vas de listillo y que tratas de quedarme por tonto (o quedar tu de listo) ridiculizandome con una llave de judo psicológica, aprovechando mi impulso inicial y con un "suave" giro" redireccionar esa fuerza en perjuicio mio.
    Pero veras puede que no sea muy "listo" pero a Neandhertal no llego y esa respuesta tuya es la típica (de nuevo politicamente correcta)que se da en Internet cuando algún ser primario quiere avasallar a otro (dudo que sea mi caso majete) o dicho de otra manera, es la forma de contestar a alguien haciendose una pajilla mental creyendo sentirse superior a alguien, pero en fin..., lástima..., esa contestación tuya creo que demuestra a las claras quien va de sobrado aqui...
    ¿Sabes campeón? prefiero hablar clarito y si acaso malsonante que no andarme agazapando en una "supuesta" superioridad mental que quizá la conozcan en tu casa a la hora de comer, feliicidades amigo si es asi...
    Lo siento tron pero creo que tienes madera y que vales un montón, cuidate...

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  4. Bueno, hombre, no le des más vueltas, que cualquiera diría que viniste a hacer el troll y saliste troleado. Si a mí me encanta que me lean en Valladolid aunque sea para insultarme y tal. Y además con Firefox, tú sí que vales. Ay, pero espera, que usas Vista, qué atraso. Bueno, campeón, te dejo y a ver si te lees el libro.

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  5. Amigo Jose Daniel... ,para salir troleado hay que ser antes de nada un troll y yo ( mal que te pese) no pertenezco a esa fauna, que por otra parte me parece más digna que la de los criticos de arte esos que se llenan la boca y el ego de surrealismo bohemio para acribillar a todo bicho viviente que se mueva (como ves hasta las escritoras francesas tienen sus trolls, en ésta vida todo es según como se mire...).

    En segundo lugar aprendiz de Gran Hermano (ironicamente luego resulta que eres un progre de izquierdas de esos que se escandalizan ante el control y monopolio que ejerce...Windows por ejemplo, aunque ni te has despeinado a la hora de hacerme la "fichita" de control de mi ordenador), te diré que el libro lo leí ya hace mucho tiempo, y que cuando leo trato de dejar en suspenso las comparaciones pero no el raciocinio. No seré yo quien te mande a leer el libro de nuevo, me parecería una pedanteria y de una arrogancia supina.
    Cuando achaques falta de "humildad" a alguien en otra crítica echate una mirada antes a la vanidad.

    Hay cosas en tu crítica con las que comulgo majete, pero eso no quita que discrepe de otras como es el hecho de que compares cada paso que da Verdier con David Carradine, los impresionistas, o Fu-Manchu, ¿vives a base de comparaciones?, ¿no sabes ver sin comparar?, ¿simplemente ver? Supongo que si, al fin y al cabo eres autodidacta y un forjador de sueños.

    A propósito, el Zen es basicamente japonés, es el budismo Ch´an el que es chino (a pesar de que los dos son basicamente hermanos semejantes y que linguisticamente significan lo mismo "meditación").

    Bueno campeón cubrete la azotea con el gorro que ya va haciendo frio. Sin acritudes...un ácrata que chulea el ordenador a su hermano...

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  6. creo que Fabbienne expresa todo lo aprendido, con o sin maestros, en su obra plástica que está por encima de su relato-novela-río que a mí me resultó un poco simple en sus divagaciones o quizá en su forma de narrarlo, pensando tal vez en una peli para TV.

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