miércoles, 10 de septiembre de 2008

EL GLOBO ALDEANO

Dice Carlos Pardo que piensa Umberto Eco que junto al proceso de globalización, económica y social, que mueve el mundo corre otro, paralelo e inseparable: la aldeanización. Incluso acuña un término para todo esto: el globo aldeano. Y se explica: en la Edad Media la población abandonó las ciudades de la antigüedad para refugiarse en sus aldeas y sus parroquias, con la consiguiente disolución de los valores democráticos de la polis y la función pública del ágora. En la actualidad, se da también una fuga literal de las ciudades (a favor de las urbanizaciones, por ejemplo) y la crisis del ágora. Desde el punto de vista social, impera lo fragmentario, lo insular. Y, por fin, florecen las aldeas de un solo habitante, aislado de su entorno inmediato y confrontado directamente con el mundo: la televisión ha creado un mundo esquizofrénico en el que entre el individuo y lo global no hay nada (Alain Touraine). Con ese paisaje mental, con esos procrastinadores y solipsistas construyen sus personajes los novelistas de la posmodernidad, como los empleados neuróticos de Coupland y Foster Wallace, o el Fernando Alfaro distópico de Nocilla Dream, de Fernández Mallo. La palinodia think global, act local queda segmentada, amputándose limpiamente la segunda parte.

¿Quiere esto decir que tenemos que dejar inmediatamente de navegar por internet y lanzarnos a la calle a pedir más jardines públicos? Claro que no. La güé (diseñada, recuerden, como medio abierto, rizomático y no mercantilizado de comunicación entre iguales) es una de las herramientas básicas de nuestra salvación, foro de debate y base de datos imposible de coartar. En muchos aspectos, cumple la función del ágora clásica. Por no hablar de las cantidades industriales de vídeos amateur.

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