martes, 29 de enero de 2008

POESÍA CONFESIONAL

Tengo treinta y dos años, una carrera que no me sirve de nada, un trabajo remunerado con poco más de mil euros al mes y en el que caliento una silla con el culo durante diez horas al día, procurando al mismo tiempo que no decaiga cierto flujo de papeles que vienen de la nada y se dirigen otra vez a la nada.

Tengo miopía, caries, un principio de alopecia, dolores de cabeza provocados por la pantalla del ordenador y cansancio crónico. No estoy en absoluto en forma. No hago ejercicio de ninguna clase.

Cuando no estoy en el trabajo suelo estar: a/durmiendo b/ atascado en la autovía hacia o desde el trabajo c/ en el puto, puto Mercadona.

Tengo una hipoteca.

Escribo poemas que suelen aparecer mientras estoy en un jardín del extrarradio aparentemente diseñado para el horror estético y la opresión emocional. Al que suelo ir para que mis dos perros hagan sus cosas.

Por las noches suele despertarme mi niño, que llora de hambre o de miedo. Estos problemas se solucionan pronto, pero a mí me provocan falta de sueño. Siempre tengo sueño.

En abstracto, soy bastante feliz: tengo a mi hijo y a mi mujer a mi lado.

Cuando toca, voy a votar, según lo que me dicta mi conciencia. También trato de convencer a quien tenga al lado de lo que sea que me dicte mi conciencia, pero sin éxito.

Mis muebles son de Ikea y mi ropa de Zara o derivados, empresas que por otra parte odio con toda mi alma. Paso mucho tiempo rumiando mentalmente ésa y otras contradicciones entre lo que pienso y lo que hago.

Adoro internet y creo que supone una de las herramientas de nuestra salvación.

Escucho la música que produce mi época y leo los libros que ídem.

He vuelto a fumar tras cuatro años de abstinencia, cosa que me deprime bastante.

Hay dos movimientos simétricos y opuestos que modelan en buena medida nuestra identidad: la pulsión de individuación, por un lado, que nos promete ser únicos y especiales si le hacemos caso, y el sense of belonging, el sentido de pertenencia, la desindividuación. He escrito todo lo anterior para subirme a éste último. También como miembro de un grupo es posible hacer que cambien las cosas: sólo es necesario cumplir con la parte de uno. Lo que se consiga, durará.

3 comentarios:

  1. arriba ese ánimo compañero, que esto son sólo dos días...

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  2. Y no obstante, te queremos. Mil besos de parte de "los superhéroes de Atocha"

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  3. Entonces seguro que has estudiado políticas, jeje!!

    No te desánimes, vuélcate en lo que te hace feliz a tí y a tu entorno, no dejes de buscar nunca, no dejes que te hundan (en la medida de lo posible)sigue luchando por lo que crees, para mí es lo único por lo que merece la pena este mundo

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