jueves, 27 de noviembre de 2008

MAK DIZDAR


En una ocasión soñé con traducir a Mak Dizdar al castellano. Me hice con sus obras y con un arsenal de diccionarios especializados, entre ellos el de turquismos en serbocroata moderno. No sabía si había urdido ese plan en serio o en broma, pero igual seguí adelante, hasta que se convirtió en algo muy importante. Pasó de ser un plan a ser El Plan, para entendernos.

Jamás traduciré a Mak Dizdar. Tal vez mi viejo amigo Dragan Becirović sí podría, pero no yo. Dizdar pertenece a una estirpe de poetas solo asequibles a alguien que ame y conozca el idioma como la palma de su mano y como las niñas de sus ojos, respectivamente y al revés. Y no uno, sino dos idiomas.

El viejo Mehmedalija tiene a su nombre una de las calles más importantes de Sarajevo, la Obala Maka Dizdara, y ejerció hasta su muerte la presidencia de la Unión de Escritores de Bosnia y Hercegovina, merced a su rango en el PCY. Tres personajes literarios confluyen en él: primero el del pez gordo de la gestión cultural, el escritor-apparatchik. A continuación, el vanguardista, el revolucionario estético, el pariente poético del grupo Oulipo y el Mayo de las letras. En tercer lugar, el tallador de una determinada identidad cultural para la colectividad a la que pertenecía, espejo en el que, más de treinta años después de su muerte, los bosnios más brillantes se siguen mirando, obligando a la clase política a leer sus obras (seguramente pertrechados con los mismos diccionarios que les comentaba más arriba) para no meter la pata demasiado.

Si se han perdido o no saben de qué les estoy hablando, no se preocupen: este tipo de escritores sencillamente no existen ni han existido jamás por estos pagos. La obra de Dizdar trasciende la literatura sin colocarse al servicio de ninguna ideología (antes al contrario: la crea con su obra, entre otras muchas cosas), su lenguaje no es prestado sino nuevo, y sus libros no pueden descartarse o sustituirse sin poner en peligro el tejido cultural de su país. En la Yugoslavia comunista de férreas Bratsvo i Jedinstvo (Hermandad y Unidad) en que le tocó vivir, sus artefactos poéticos, hechos de voces de Anatolia, juegos dadá, sabiduría sufí, cuestionamiento del significante, rituales de derviches y ritmos asiáticos debieron de explotar como bombas H. Más o menos como siguen explotando hoy día entre los nuevos fundamentalistas bosnios, atraídos por los epitafios musulmanes pero horrorizados ante una tecnología literaria tan indudablemente romántica y europea, humanista, moderna y celebratoria.

¿Cómo entrar a traducir todo esto? Kilotones de energía subterránea iluminan cada uno de sus versos isotópicos. O esa es mi impresión. Jamás traduciré a Dizdar, pero al menos sabré que un día me lo propuse, y que no estuve a la altura, y que desde entonces, de algún modo, todo lo que hago es procrastinar.

2 comentarios:

  1. No lo has traducido, pero de esta forma nos lo has acercado. También me has acercado a Dragan, mi compañero de estudios hispánicos en la Complutense a finales del siglo pasado.

    Yo también había procrastinado estos recuerdos hasta que me los has recordado.

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  2. Saludos.

    Visitarte y dejar constancia de que conozco este lugar, que visitaré a menudo

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