PUES QUÉ BIEN
Mañana, mi amor se presentará en el hospital de día del Morales Meseguer, verá a su médico y a continuación le conectarán una vía para introducirle un suero entero de venenos. Como no es la primera vez que pasa, ya sabemos qué podemos esperar. No nos gusta lo que podemos esperar: son dolores de huesos, cansancio, mareos, náuseas, subidas de fiebre. Caída (más) de cabello. Escozor de ojos. Alguno de estos síntomas durarán una o dos semanas. Otros continúan de sesión en sesión.
Al fin y al cabo es una terapia. Si funciona, eliminará o reducirá o pondrá dique a lo otro. Lo otro es, definiendo rápido, el terror. Tenemos esperanzas en el efecto de esta terapia, pero sigue consistiendo en un cóctel de venenos. Y sigue sin gustarnos lo que podemos esperar.
¿Qué puedo oponer a esto? ¿Qué clase de antídoto puedo proponer? ¿Un precioso poema de amor? ¿Te quiero? Sí, te quiero, ya. Vale. Te quiero. Pues qué bien.
El veneno es necesario para que lo inmortal deje de serlo. Y decir "te quiero" es necesario para que lo inmoral deje de serlo.
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