martes, 26 de agosto de 2008

DOLAN MOR / CONFESIONES

No sé si hago bien copiapegoteando de cualquier manera este poema de lo de Vicente y Patxi, pero igual ahí va. Es un poema que me habría gustado mucho haber escrito yo: me fascina ese baile por el filo de la prosa, esos períodos rescatados del borde por algo superior, un ritmo, el más misterioso de todos, el de la oralidad. Y suscribo gran parte de lo que se dice: yo también amo de Carver esa forma de sabia humildad que le aporta su humanidad, saberse (y celebrarlo) igual que cualquier otro, al margen de malditismos rarunos y elitismos culturetas. En fin, agárrense porque comienza un gran poema:


Al principio yo anhelaba ser el príncipe de la poesía, el rey

de las palabras, un ministro de los poemas con una medalla

sobre mi oscuro pecho, una corona de oro alumbrando

con su dorada luz mi noble cabeza. Después, bajé mis metas

y me propuse ser un licenciado, un doctor en gramática,

políglota, un James Joyce, usar barba, un abrigo negro

hasta los tobillos, las gafas circulares, la pipa entre los labios

recitando los versos de Charles Baudelaire. (Recuerdo

que tenía la foto de Vallejo debajo del cristal de mi mesa

de noche y, mirándola, apoyaba mi rostro y mis manos

cruzadas encima de un bastón con el puño de plata,

en forma de león, para creer un instante que mi nombre

era César. --Incluso estuve preso por parecerme a él.)

Me decía a mí mismo frases de Kierkegaard: “para el hombre

que aspire a triunfar en la vida existen dos caminos: ser César

o ser Nada”. Y yo lo repetía con la convicción de que era

(sólo faltaba tiempo) un dios o hijo de un dios. Sin embargo,

las cosas han cambiado y mi punto de vista se cayó en un

abismo. Ya no aspiro a ser príncipe, ni ministro, ni rey,

ni políglota un día, mucho menos deseo ser Joyce o Baudelaire

porque ambos están muertos, y un hombre, si está muerto,

vale menos que un perro. Ahora aspiro a las cosas sencillas

de la vida. (Me lo dijo Ray Carver y nunca lo entendí.) Miro

el agua de un río sin pensar qué es el agua, me acuesto

entre la hierba y disfruto del sol. Pienso, respiro, siento

cómo limpia el oxígeno mi sangre, mis pulmones, late

en mi corazón. Soy feliz con vivir sencillo, aspiro a eso:

Posado, como un pájaro, sólo quiero una rama para cantar

mis versos, también una ventana para mirar el mundo,

aunque no tenga un piso, ni un palacio, ni un templo. Un marco,

una ventana para asomar mis ojos, humilde, con asombro,

sabiendo que soy polvo, y, debajo del cielo, un animal o nada.

2 comentarios:

  1. ¡menudo poemaaaaazooooooo!
    David

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