viernes, 15 de junio de 2007

BOICOTEANDO EN CONSECUENCIA

Como dicen, entre otros, los chicos de Hazte Pipí, cuando financiamos a la santa madre iglesia (de forma voluntaria, vía la famosa cruz de la renta, o de forma obligatoria, vía la financiación ilegal que les proporciona el estado), lo que estamos pagando no son los gastos de una organización más, sino servicios sociales: ayuda a los pobres, educación a los incultos, confort a los enfermos. Pero no como una ong: mejor. Porque la iglesia es desinteresada. Porque los valores cristianos etcétera etcétera.

Repito: les estamos pagando el chiringuito queramos o no queramos. Pero hay que callarse porque el dinero lo invierten en servicios sociales y en promover la paz y la hermandad en el mundo.

Para ello, los obispos recurren a veces a medidas drásticas, como llamar a sus afiliados a boicotear tal o cual entidad maligna. Tal vez la moral no detenga a los malvados, piensan, pero la pérdida de ingresos e imagen sí lo hará. Y somos tantos millones que, si nos ponemos de acuerdo, aquí tiembla hasta Bill Gates.

El mecanismo podría servir para, por ejemplo, llamar a los cristianos a boicotear a países que promuevan guerras, tipo alianza de las Azores, o a los que apliquen la pena de muerte, como China o Arabia Saudí, o a los que establezcan políticas de limpieza étnica, como Israel contra los palestinos, o Turquía contra los kurdos, o Marruecos contra los saharauis.

Si queremos llamar a acciones más concretas, por ejemplo contra empresas, podríamos proponer a los cristianos que castiguen a Zara, H&M, Adidas o Nike por sus abominables prácticas empresariales en el sudeste asiático. No creo que aquello de ganarás el pan con el sudor de tu frente se refiriera a cobrar 35€ al mes por trabajar 12 horas al día 6 días a la semana, ¿no? Pues nada, actuemos.

Sin embargo, ya saben todos ustedes que la iglesia no promueve esos boicots. La organización que lo hace con más firmeza y credibilidad se llama Amnistía Internacional. Llevan en activo desde 1961. Yo me afilié en 2001 y en todo momento me han hecho sentirme orgulloso de formar parte de esto. Sobre todo porque lo que hacemos sirve para algo.

Consciente de sus prioridades, la santa madre iglesia apostólica y romana (o como leches se diga) contra quien dirige sus boicots es precisamente contra Amnistía Internacional. ¿Por qué? Porque apoyamos que las mujeres violadas en conflictos bélicos tengan derecho a abortar. Así de triste es el paisaje mental de estas momias. Ya dije en una ocasión la admiración que siento por ciertos miembros de base de la iglesia, por el valor que extraen de sus creencias y el compromiso que los une con la gente para la que trabajan. Pero lo de Ratzinger de ayer es absolutamente inexcusable. Si tanto le importa la vida humana tal vez debería abrir un periódico y contar las que se pierden en Irak todos los días antes de llamar a los socios a boicotearnos a nosotros. Y además tener el rostro de añadir que nos van a retirar sus subvenciones, como si alguna vez hubiéramos recibido un duro suyo. Estoy muy enfadado y desilusionado con esta gente. Cómo se comen las grandes palabras con que se llenan la boca cuando ve uno lo que hacen y lo que piensan. En fin, qué cabreo, joder.

En episodios anteriores de "Hipócrita y teócrata":

Manifestémonos todos contra el derecho al matrimonio de los homosexuales.

Promovamos la desobediencia civil contra los homosexuales.

Dinamitemos la asignatura de Educación para la ciudadanía.

Apoyemos a Falange, que ésos sí que eran católicos.

Continuará.

1 comentario:

  1. Ya conocemos todos a la Iglesia por los crímenes que ha perpetrado, y que quedan en la mayor parte de los libros de historia, y por los que perpetra hoy día, y que hay que leerlos en la libertad de la red, como en ésa. Siempre actúan con una doble moral, que caracteriza al catolicismo, en la que yo te doy pan para comer, pero dentro lleva un cuchillo para que te rajes la garganta. No nos engañemos, tienen el coco podrido, y así no creo que sea posible que se les ocurra pensar una ética, como nos esforzamos por hacer algunos millones en el mundo en el día a día.

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