viernes, 2 de marzo de 2007

UNA LECCIÓN DESDE BiH

Para hablar sobre problemas de género, igual que sobre la situación en Euskadi o los problemas de los inmigrantes, tengo que vencer reparos: ni soy mujer, ni vasco ni inmigrante, y por tanto tampoco el más indicado para opinar. En muchas ocasiones, estos reparos me hacen guardar silencio, y cuando no es así, trato de no perder de vista el hecho de que, probablemente, debería haberme callado.

Ésta es, evidentemente, una ocasión de las del tipo b.

Probablemente el lugar más hermoso donde jamás he trabajado es la oficina de la Ambasada Lokalne Demokracije en Sarajevo: dos habitaciones de unos cincuenta metritos cuadrados llenas de ordenadores, teléfonos, ceniceros y juguetes de trapo, en plena Baščaršija (barrio turco) sarajevita, húmedas, oscuras y frías como ellas solas, pero eso sí a tres pasos de la parada del tranvía. Desde luego no hermosas por su refinado interiorismo, sino por lo que pasaba allí, por lo que representaba muchas veces: la puerta de salida del infierno, por utilizar una imagen más bien sobada.

A través de esta ONG, muchas mujeres maltratadas de Bosnia pudieron salir de sus casas y encontrar un refugio seguro y un trabajo. Algunas están vivas gracias a ellos. Todas sin excepción se encuentran infinitamente mejor.

Según mi jefa allí entre 2000 y 2002, la señora Jasmina Mujezinović, los terribles niveles de violencia doméstica no se debían a un solo factor sino a varios: primero y por supuesto, la guerra y sus tremendos efectos psicológicos entre los excombatientes o, simplemente, entre la población que se vio sometida al larguísimo cerco de la ciudad (1992-1995); a continuación el repunte del fundamentalismo islámico ligado a los nuevos partidos nacionalistas, con el cambio de rol de género que conlleva; por último, el retroceso social general, lo que engloba el aumento del paro, de la economía sumergida, de la inestabilidad financiera, y los drásticos recortes en prestaciones sociales, como la ayuda al desempleo, las pensiones, la educación y la sanidad. No olvidemos que el país venía de un sistema socialista todo lo totalitario que se quiera, pero garante de derechos como el del empleo y la vivienda, que tras cuarenta años de Tito se daban por supuestos. El vuelco hacia la economía de mercado, con la guerra de por medio, había tenido severas repercusiones en los sectores más desfavorecidos, creando incertidumbre sobre el futuro, precariedad en todos los ámbitos y, en última instancia, frustración personal, radicalismo religioso, aumento del alcoholismo, la drogadicción, la delincuencia y la violencia.

No creo estar exculpando a ninguno de todos estos miserables maltratadores que nos dejan consternados día sí día no a este lado de Europa si me acuerdo de las palabras de mi antigua jefa y se me ocurre que la inseguridad económica, la merma en los derechos fundamentales, la imposibilidad de acceder a trabajo y vivienda dignos y la crisis educativa juegan un papel en todo esto, si digo en voz alta que una sociedad en retroceso no podrá erradicar jamás las causas de esta violencia.

4 comentarios:

  1. Huelga añadir que el camino hacia una sociedad más libre pasa por una mejora económica, social, etc., sí, pero también educativa. Alzo la cabeza un momento de folios y folios mal "rellenados" con caligrafía mediocre y leo tu artículo, compañero. La mayoría de los adolescentes de 15 y 16 años son más machistas, menos comprensivos (es decir, inteligentes)y más agresivos que sus padres. ¿problema económico o problema educativo?

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  2. Ufffff, lo siento, me puse pesado. No volveré a escribir comentarios a blog alguno mientras corrija exámenes. No volveré a escribir comentarios a blog alguno mientras corrija exámenes. No volveré a escribir comentarios a blog alguno mientras corrija exámenes. No volveré a escribir comentarios a blog alguno mientras corrija exámenes. No volveré a escribir comentarios a blog alguno mientras corrija exámenes. No volveré a escribir comentarios a blog alguno mientras corrija exámenes. (100 veces, se entiende)

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  3. Mas de acuerdo no puedo estar, pollo.
    Y, asusta pensarlo, cada día damos mas pasos atrás con aspectos que ya creíamos ampliamente trillados y a salvo de cualquier tipo de discusión...

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  4. La misma sensación tuve yo al estar en Yemen. Es necesaria la educación para que se pueda erradicar la violencia, así como la desigualdad genérica, es algo que, por desgracia, en el mundo es así.

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