NO AL PRÉSTAMO DE PAGO
Como algunos de ustedes saben, formo parte de la Sociedad General de Autores y Editores de España (a.k.a. Ladrones), en calidad de letrista del magnífico proyecto de nu-jazz Venueconnection. Tres años hace ya que me tienen y a estas alturas mi saldo con ellos es de menos seis euros o algo así (empiezas en negativo por gastos de gestión). Por motivos que no vienen al caso, traté de darme de baja el año pasado y me encontré con que es imposible, es decir: la Sociedad jamás va a dejar de cobrar derechos por mis letras, diga yo lo que diga. Eso sí, puedo renunciar a cobrar (con lo que mi dinero iría tranquilamente al bolsillo de Ramoncín, supongo), pero no eximir del pago de mis derechos al comprador del disco. Además, para grabar y registrar un disco en este país es prácticamente imposible evitar el trámite de darte de alta con ellos, en un círculo vicioso ya ampliamente denunciado y lamentado:
Por otra parte y como ya pone ahí a la derecha (tengo que cambiar el blogroll de lado, me jode estar siempre remitiéndome a la derecha), soy autor de un par de poemarios que están o han estado a la venta en librerías y en los fondos de una serie de bibliotecas para su préstamo. Por algún motivo y para mi alegría, no he tenido que hacerme socio de ninguna sociedad de gestión de derechos como (aprendiz de) poeta, y de los libros vendidos yo no veo una chapa. Por lo que me da exactamente igual que usted me lea pasando por caja o que lo haga tomando el libro en préstamo de alguna biblioteca. Pero sí que me importa, y mucho, que me lea usted, y ello hasta tal punto que cuelgo mis poemas por la güé para facilitar el trámite, como pueden ver ahí a la... ahí al lado.
Todo esto lo cuento porque cuando uno se mete con los kafkianos sistemas burocráticos de gestión de derechos le suelen venir con eso de que si tú fueras Bisbal y vivieras de esto no dirías lo mismo. Pues bien, yo no soy (afortunadamente) David Bisbal, pero sí autor, y aunque no viva de esto sí que he de enfrentarme a la penosa circunstancia de que mis lectores hayan de pagar un extra para oír o leer mis cosas. Y como ese extra son, precisamente, mis derechos como autor y me gustaría poder gestionarlos yo (decidir, para empezar, si quiero cobrárselos a mi lector o no), y no es así, pues aquí hay algo que huele a podrido. Y como ahora no sólo los que compren mis libros, sino también los que tomen en préstamos mis libros van a tener que pagar un dinero (0,20€) por mis derechos que ni voy a cobrar nunca ni lo querría si alguna vez me llegara, pues ya es como para cabrearse. Cabrearse por cabrearse es inútil. Lo que hay que hacer es actuar:
(Esta plataforma maneja una herramienta a mi juicio importantísima: una lista de adhesiones compuesta por muchos nombres de escritores y escritoras que no aceptan el canon. Con lo que se va a incurrir en la contradicción de exigir a las bibliotecas el pago de unos derechos que los beneficiarios no van a aceptar. ¿A dónde va a ir ese dinero entonces? ¿A la beneficencia?)
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