miércoles, 20 de diciembre de 2006

EN CAPÍTULOS ANTERIORES DE "TRABAJANDO CON EL VACÍO"...

Acontecimientos desde que abandoné Poesía y macarrones, al cumplir los treinta, es decir, hace ya más de un año:

1.- Ese mismo día abrí la hucha de poemas y de adentro no salió el libro que yo quería creer que había. Al editarlo por encima me di cuenta que con todo aquello no iba a ninguna parte. Sin embargo, en lugar de abandonar la literatura, como había prometido, pensé mejor que no, después de todo esto no está mal, y decidí seguir con el poemario, sin plazos ni prisas, e ir enseñándolo a trozos por ahí para ver si gustaba. En diciembre ya estaba escribiendo poemas otra vez.

2.- Me animaron mucho desde el MLRS (donde colgaron un par de cosillas), desde La Bella Varsovia y desde Hache. Y los amigos.

3.- Me mudé, del lugar horrible del que tanto me quejaba, al Barrio. Los no murcianos deberían saber que en esta ciudad barrios hay muchos, pero Barrio sólo uno: el del Carmen, el del otro lado del río, la Triana murciana, el Brooklyn. El barrio de la estación, de las pensiones baratas, de los restaurantes magrebíes. El del Conservatorio y el Museo de la Ciencia y el jardín de Floridablanca. Un lugar donde unas veinte mil personas hablan más de treinta lenguas (sólo en mi edificio hay gente de cinco nacionalidades diferentes). No puedo estar más contento con el cambio.

4.- En abril mi Charo se quedó embarazada de un niño al que vamos a llamar Miguel. Tampoco me voy a poner a contar aquí lo que eso supuso para mí, pero está claro que el libro entero se tiñó de ese sentimiento. El poema central, Miguelito Battles the Pink Robots (título obtenido en una conversación opiácea con El Gran Tropovski), relata un acontecimiento concreto de ese embarazo, que se convierte para la voz que habla en el portazo definitivo a cualquier forma de nihilismo, literario o no.

5.- Abrí ¡Famosos en acción! para entrevistar a poetas amigos y aprender algo de ellos.

6.- Empecé a salir a correr, con mi compadre Jota, por la orilla del río. Para adelgazar. Y por Miguelito.

7.- Me matriculé de un par de cursos de doctorado en la UNED.

8.- Música para ascensores ganó el premio Antonio Oliver Belmás, de la Universidad Popular de Cartagena, lo que implica que será publicado el año que viene en la Editora Regional de Murcia. Allí que fuimos al acto mi Charo (preñada como un botijo) y yo, y luego cenamos con el jurado: Luis Alberto de Cuenca, Vicente Gallego, Blanca Andreu y Eloy Sánchez Rosillo entre ellos. Yo, allí, en medio de toda esa gente que recitaba a Ibn Arabí en árabe, no sabía qué decir, y además nos colocaron delante artilugios de cubertería que ni sabía que existían, pero bueno. Ésta, que está algo irritable, empezó a meterse con unos y otros, sobre todo con la Andreu. Confíen ustedes si quieren en la bondad de los desconocidos, pero jamás en la discreción de una mujer embarazada de siete meses.

9.- Me afilié a IU. También por Miguelito, claro.

10.- Me pidieron escribir una presentación para el recital de mi poeta fetiche, mi admirada Cristina Morano. Era la primera vez que hacía tal cosa y andaba medio nervioso, pero ahí estuvimos, delante de un montón de gente, haciendo lo posible.

Y eso es todo, y ahí le vamos dando. Al crío le queda ya poco para nacer (20/I/07 es el día D). Me estoy dedicando a editar el libro a fondo, que ya entran las prisas y hay que dejarlo niquelado. Apañándomelas con los miles de artilugios infantiles que estamos acaparando Charo y yo, es decir, silletas, capazos, muzzy cozy (ya sé que no se escribe así pero dado que nadie sabe cómo me tomo la libertad y me invento este palabro), humidificadores, calefactores, etc. Buscando una Vespa de segunda mano en que gastarme el dinero del premio. Esas cosas que ya nunca más voy a llamar vacío.

1 comentario:

  1. MACHO, LO DEL OLIVER BELMÁS SE CUENTA A LOS AMIGUETES, QUE AQUÍ EN BADAJOZ ANDA UNO MUY PEGADITO CON LO DE LA CULTURA MURCIANA.
    ME ALEGRO UN HUEVO Y MEDIO Y ME EMOCIONO CANTIDAD.

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