viernes, 13 de marzo de 2009

SIEMPRE NOS QUEDARÁ JUN

Recordaba Ignacio Escolar hace unas semanas la prehistoria de la digitalización de la Administración española: los superordenadores Berta, Clara, Rita y Duque de Ahumada, que desde la primera mitad de los ochenta gestionaban los archivos de la policía, el fisco y la guardia civil. Más de veinte años después, el caso Mariluz ha llenado las televisiones de imágenes tercermundistas: despachos judiciales repletos de legajos, papeles polvorientos amontonándose en columnas, erizados de post-its con fechas de vencimiento entre signos de admiración. Un caso obviamente demasiado suculento como para quedarse al margen de la politicucha, y que ha llegado a provocar toda una señora huelga de jueces, [ironía on] justamente horrorizados por la amarillización de (los expedientes de) sus despachos, tras dos décadas de denodada lucha en pos de la digitalización e interconexión de sus archivos [ironía off].

Hablando de récords de velocidad en pista, ya hace casi dos años que los españoles podemos tener un dni electrónico con el que verificar nuestra identidad en los trámites con la administración, pero no sabe usarlo ni Rita (el superordenador) ni Rita (mi vecina de arriba, que lo sabe todo). Si comparamos el esfuerzo invertido en recordarnos que tenemos que comprarnos una TDT con la campaña informativa del dni digital nos puede dar un ataque de risa. La conclusión, al menos la de un servidor, que es un poco mal pensado, es que en la lista de prioridades de la administración la obligación de los ciudadanos de ver la tele está más alta que su derecho a no hacer colas o desplazamientos innecesarios. Y añadiría: mucho más alta.

Por si aún no ven adónde quiero llegar voy a dejar caer unas preguntas: ¿por qué en un país donde el debate unidad versus descentralización ocupa portada tras portada de la inmensa mayoría de la prensa con sus infinitas implicaciones, sea la política educativa de Cataluña sea la aspiración provincial de Cartagena, nadie pronuncia jamás el término e-gobierno? ¿Acaso confundimos la unidad con la plenipotencia del gremio de los diputados, o la descentralización con la sucesiva creación de vicesatrapías? ¿Tiene algo que ver esa eterna batalla rapaz por unas parcelas de poder más bien deslucidas con la legítima aspiración de los ciudadanos a participar en la toma de las decisiones que les afecten? ¿Soy demasiado mal pensado si se me ocurre que a las castas mandarinescas que ostentan el poder les interesa tan poco el reparto e-democrático del mismo como a muchos jueces y magistrados la digitalización y puesta en común de sus expedientes? ¿Puede haber descentralización (no digamos ya autogestión) sin transparencia? ¿Qué bloquea el progreso hacia formas de gobernanza integradoras de las nuevas tecnologías e inclinadas hacia la participación y la transparencia? ¿Tiene alguna motivación oculta el sesgo tenebroso que ha adquirido internet en las noticias, donde solo aparece en conexión con la piratería, la pedofilia y los asesinos adolescentes? Siempre nos quedará Jun, amigos y amigas.

2 comentarios:

  1. Parece que Jun te queda algo lejos, Jun y su supuesta apuesta por la modernidad es una mentira más.
    Jun no es ningún ejemplo de participación moderna, es más bien un ejemplo de como un politico avispado utiliza las nuevas tecnologías como arropamiento de su política personalista.
    En Jun las nuevas tecnologías son el trampolín de un politico populista y manipulador

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