lunes, 15 de septiembre de 2008

EL LUNES SIN D.F.W.


Entré en el alucinante mundo de David Foster Wallace gracias a la recomendación de Diego Sánchez Aguilar: La niña del pelo raro me pareció un pasillo lleno de puertas abiertas a paisajes marcianos, o a paisajes terrestres desconocidos, o también a paisajes conocidos, pero desde perspectivas totalmente nuevas. Siguieron muchos otros volúmenes, hasta Hablemos de langostas, que me hizo pensar en un viaje de retorno a lo humano desde las fiestas artificiales del posmodernismo (pero sin renunciar a la alegría, ni a la imaginación, ni al despilfarro de recursos). Digamos que me he gastado mucha pasta por su culpa en Mondadori, y que tenía la innegociable intención de seguir gastándomela muchos años más, porque casi nada en su maravillosa literatura hacía pensar en esto que pasó el viernes, el gran portazo cerrando todas esas vías de entrada a lugares que ya no nos será dado visitar, el empobrecimiento, sustancial y súbito, del universo, literario o no.

2 comentarios:

  1. Nada en su literatura podía pesagiar este final pero él lo llevaba anunciando ya tiempo. Pienso en la reflexión de J. Marías sobre ficción y realidad.
    Ah! felicidades por tu niño, bueno, por los dos; con el paréntesis del verano no sabía que ya estaba aquí. Mamen

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  2. Está muy bien gastar dinero en libros, gesta heroica en estos tiempos de crisis, cuando nos compramos tinto de verano marca lidl, yo he renunciado a ellos, leo lo que me prestan y las lecturas atrasadas, cuando se acaben iré a la biblioteca, ah, recuerda que mondadori es de berlusconi, si puedo, no compro un libro

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