jueves, 14 de agosto de 2008

PA MEAR Y NO ECHAR GOTA

La petite Claudine, a.k.a. Marta Peirano, tradicionalmente una de las blogueras más leídas y poderosas del corral (aunque últimamente tiene el blog hecho unos zorros), se ha marcado un post extrañísimo que me ha hecho pensar muchas cosas, ahora que tengo tanto tiempo para ello. La cosa empieza con el siguiente y magnífico chiste de Quino:

SUSANITA: ¿Cómo no van a ser pobres los pobres con esa ropa de mierda que llevan y esas casas de mierda que tienen?

Qué grande, Quino. A continuación el texto parece descarrilar, no captar el chiste, susanitizarse de sopetón: todo el mundo acaba en el lugar que le corresponde, siendo lo que es, rodeado de lo que se ha buscado.

¿Qué? ¿Qué ha estado fumando esta chica? Y sigue: La gente cobarde vive una vida cobarde. La gente mediocre vive una vida mediocre. La gente envidiosa vive una vida podrida, rodeada de gente podrida, haciendo cosas podridas. Y así, todas las declinaciones. Qué es lo que quieren si no aspiran a más.

Les juro que he estado buscando la ironía por todas partes y no he encontrado ni un gramo. ¿When there's a will there's a way? ¿Dejemos de ayudar al débil que al fin y al cabo él se lo ha buscado? ¿Neoliberalismo económico, social y moral? ¿A estas alturas de la película? Pero prefiero no analizar esto desde el punto de vista político, porque sería demasiado fácil. Prefiero preguntarme si es posible en absoluto triunfar, creerse un genio y serlo, un poco como Marta si saben de lo que les hablo, y renunciar al mismo tiempo a emitir juicios como éste. No verse en el vértice de ninguna pirámide. No dividir a la gente en la categoría de los triunfadores y en la categoría de los fracasados. He decidido creer que sí es posible. Más que nada porque, en caso contrario, aun convirtiéndome en el poeta más leído de España seguiría teniendo muchísimo en común con triunfadores como Eduardo Zaplana o Emilio Botín: pináculos de la autosuficiencia, jueces implacables del valor humano de los que los rodean, que no dudan un segundo antes de enviarte a tu casa, en mitad de la noche y dando una patada a la puerta, a la policía del karma.


P.D.: No es por meter el dedo en la llaga, pero qué de risas me he echado con la versión paródica de la petite.

1 comentario:

  1. Si, yo tambien lo he leido, creo que la autora no ha estado o visto los paises pobres de africa donde la gente no se ha buscado nada porque no puede más que buscar migajas en el suelo.

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