EL GATO
La parábola del gato de Schrödinger fue acuñada para poner en evidencia ciertos problemas ontológicos del nuevo marco teórico abierto por el principio de incertidumbre. Ha pasado a la cultura popular (pero no como objeción, sino como ejemplo, fácilmente asimilable, de la no verificabilidad, de la distancia insalvable entre la realidad y su representación, sin que falte el procedente punto de ironía), y creo que no por casualidad. Conviene a la sensibilidad (perdón) posmoderna, que como sabemos sustituye la recreación del mundo por la recreación de la recreación, en una construcción autorreferencial, en una puesta en abismo.
A todo esto le he dado últimamente muchas vueltas, iluminado por aquel maravilloso artículo de Martín Rodríguez Gaona del que ya les hablé en su día. Se trataría de buscar una salida hacia adelante del laberinto irónico-referencial (en el que por otra parte ya llevamos perdidos más de treinta años). Ayer encontré una pista, y de eso es de lo que les quería hablar hoy: de la Nevirapina.
La Nevirapina es un fármaco muy común en occidente. Estará, seguro, entre su medicación si son ustedes portadores del VIH y van a tener un hijo, porque evita que, durante el parto, el bebé se infecte de sida. Está garantizado por todos los sistemas sanitarios públicos y además es barato. Ahora vámonos a Tanzania.
Allí, Médicos del mundo tiene un proyecto de prevención y control del VIH. Suministra Nevirapina en cierto número de partos. Hasta donde llega el dinero. Fuera de ese presupuesto (un euro por parto), los bebés nacen infectados.
Ahora traten de aplicar el principio del gato (que está vivo y está muerto al mismo tiempo, mientras no abramos la caja, mientras no alteremos el sistema mediante la verificación) a Tanzania, a toda África ecuatorial. Intenten suspender la verificación. Dejen al gato en la caja y sigan pensando que no pasa nada, que no hay un sí y un no, que la Nevirapina llega y no llega, se paga y no se paga, hay infección y no la hay, todo al mismo tiempo. A continuación escriban un poema que ilustre la ilustre mise en abyme. No olviden citar a Roland Barthes: se sentirán muy ilustrados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario