miércoles, 14 de mayo de 2008

PERIFERIA Y PERIFERIA

Acabo de leer dos textos de dos fuentes diferentes que trataban un mismo objeto: las geografías periurbanas, es decir, esas zonas fronterizas entre las ciudades y el espacio exterior en las que abunda el caos, los pisos baratos, los supermercados de la droga, las ruinas y esos extraños baldíos con carteles del Carrefour.

En el primero, Agustín Fernández Mallo resume su comentario a una exposición de fotos sobre estas zonas. Es un examen muy rico, muy limpio: habla de un documentalista conceptual llamado Robert Smithson y su recorrido gonzo por las afueras de Passaic, Nueva Jersey. Habla a continuación de Wittgenstein, de la santísima trinidad postmodernista (Pynchon, DeLillo, Ballard), e incluso de la versión de Welles de El proceso de Kafka. Se permite alguna boutade ("la naturaleza no existe", "los extrarradios, una especie de contemporáneos paraísos perdidos") y cierra, con un sintagma espectacular ("el síndrome Blue Velvet") un texto magnífico. Celebratorio, místico y rico.

En el segundo, que no es otro que una filtración de un poema del último libro de Manuel Vilas ("Calor", qué ganas le tengo, dios mío), llamado El comulgatorio, tenemos muchos de los elementos que han hecho de los últimos tres poemarios de Vilas una experiencia imprescindible. No hay, sin embargo, personaje, solo una exposición tal cual de la periferia de Zaragoza. Sí hay, en un sentido completamente diferente, mística, la de Vilas, que dignifica y embellece todo lo que toca. Hay mileuristas, jóvenes y desesperados. Hay dinero, en el sentido de García Casado: cómo se distribuye, qué significa, qué compra, quién lo tiene. Y ese dinero es la fuerza que modifica el extrarradio. El poema no es de los mejores de Vilas (recuerden Audi 100, El enamorado o McDonald's), pero creo que es mejor que el texto de Mallo. La pregunta es: ¿se puede obviar de esa forma el peso del dinero al hablar de nada menos que de geografías periurbanas? ¿No da la sensación de que falta algo? ¿Cuál es el valor estético de esa voluntaria renuncia? ¿De dónde viene, a santo de qué, para qué callarse la boca cuando toca hablar de dinero?

1 comentario:

  1. Fdez-Mallo ya está a la altura de los grandes. Larga vida a las nocillas y a los píxeles.

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