LITERATURA EP-PAÑOLA
Hablaba anoche con José Óscar de lo que habla últimamente cualquier aficionado a la literatura nacido en la década de los setenta: de Agustín Fernández Mallo. A los dos nos ha encantado Nocilla Experience, solo que yo no sé si me gusta más que Nocilla Dream y José Óscar sí. Después, en casa, como siempre me pasa cada vez que he estado charlando con este compadre, me puse a darle vueltas a la conversación y llegué a las siguientes conclusiones:
a/ Como J.Lo. (lo siento, Jose, tienes un nombre que pone a huevo el chiste), que ha estado experimentando en su novela El hipnotizador con la maquinaria del ruido agradable, Mallo construye sus novelas a base de (aunque no sólo) materiales pop que aquí y allí se enredan y forman estructuras más complejas, a las que sin embargo no se da más pábulo, porque inmediatamente el zapping opera y se pasa a otra cosa.
b/ Desde mi muy modesta posición, yo también he intentado explorar esa frontera entre el ruido generacional y lo otro. No por nada mi libro se llama como se llama. Aunque creo que quien ha hecho mejor ese trabajo, de forma sistemática y sin piedad ni consigo mismo ni con el medio ni con los materiales con los que trabajaba, es Javier Moreno en (precisamente) Cortes publicitarios.
c/ Bien por Mallo. Mientras los autores aferrados a lo que entienden por canon literario ep-pañó suben y bajan por un Paseo del Prado estético, hablando o bien de la guerra civil o bien de la conveniencia o no de quitar los árboles, él y otros autores se desplazan en metro a través de las entrañas estéticas de la literatura y la cultura. Pero voy a decir una cosa; me da la impresión de que, en ese viaje, Mallo lleva el iPod puesto en la oreja. Y hay otro novelista que se recorre la Línea 3 entera de un lado a otro a pelo, es decir, sin iPod ni nada parecido, simplemente escuchando a sus compañeros de vagón mientras pasan del tedio a la rabia y viceversa. No hay literatura más cruda que la suya. El tipo se llama Alberto Olmos y para mí es el escritor más interesante de esta generación. Tal vez por motivos emocionales (lo descubrí a través de su blog, Hikikomori). Y eso es todo lo que se me ocurrió anoche, después de la cerveza con J.Lo.
Sólo quiero dejar clara una cosa: creo que mi novela no tiene mucho o más bien nada que ver con la de Mallo, fuera de, en todo caso -y creo que eso queda fuera de lo literario, más o menos-, mi afición por Chinarro y haber escrito las primeras cien páginas escuchando una y otra vez "El porqué de mis peinados".
ResponderEliminarAdemás, que mi novela y yo somos así como más tardomodernas. Qué pasa. ;D
J.Lo