viernes, 4 de enero de 2008

JOSÉ ALCARAZ PÉREZ / USTED ESTÁ AQUÍ

(Disclaimer: José Alcaraz Pérez es un viejo lector y comentarista de este blog, ganador de aquel concurso chorra que convoqué sobre la portada de mi libro, y nos conocimos hace poco en persona en su ciudad, Cartagena. Ha sido él mismo quien me ha enviado su obra)

Me ha llegado un zip en pdf con la edición de este año de los últimos ganadores del concurso Murcia Joven. He leído el poemario acreedor del primer premio, Usted está aquí, de José Alcaraz Pérez, y me he decidido a escribir una reseña algo amplia de la obra. La he vuelto a leer un par de veces más y he tomado unas notas. Lo que pienso es lo siguiente:

Me encanta el título. Daría un brazo por que se me hubiera ocurrido a mí. Detrás de ese título esperamos exactamente lo que vamos a encontrar: una reivindicación del aquí y el ahora en toda regla reichmanniana. Digo reichmanniana porque esa apertura al presente también incluye una reflexión profunda sobre el mundo que nos rodea y un compromiso con los ideales que van a (o que deberían) modelar el futuro. Reichmanniana, y no zen, no pendejista como llaman en Canarias a la poesía basada en observarse los pendejos (pelusas del ombligo). Brechtiana, siempre: die Wahrheit ist Konkret. La verdad es concreta: usted, don Bertoldo, también está aquí.

Otra sorpresa agradable está en el tono, tremendamente enérgico y optimista, verdadero motor del fraseo de los poemas (quedan siempre las ganas de existir / y ser un entusiasta empedernido, / como esa gente que se abraza a los árboles.) Para construir un poemario en torno a esa fuerza hace falta a/ estar muy loco o b/ tener mucho valor. Nos quedamos, con reservas, con la opción b. Hasta en los sueños se sabe la hora que es en este libro, como en el poema Superhéroes y villanos: (...) Yo, / que nunca he sido socio de la Marvel, / ni he visto sus capillas de papel, / ni su sangre de tinta. Yo, que nunca fui digno, / pero siempre he crecido en los milagros / y creído en los sueños.

Al compás con esta energía y este valor está la confianza en los propios recursos expresivos, algo más bien inusual en un poeta joven. No hay ejercicios de estilo, no hay castillos de naipes lingüísticos, y sí cierta voluntad de escribir exactamente como a uno le sale de los cojones, cosa que los requiere en grado sumo. En Medalla de honor asistimos a una coronación en la República Independiente de Mis Dos Bolas, y a continuación a Forrest Gump salvándole la vida a la fuerza al teniente Dan, y a continuación esta bonita imagen: Sabré salir a flote, / soy amigo de muchos peces globo. Las investigaciones o los ejercicios van por otro lado, e indagan en lo que debe indagar la poesía aquí y en Lima: en lo desconocido (cotidiano o no), en lo que nos hace más sabio el corazón, en las grandes preguntas informulables: El amor se hace amor en el recuerdo / al igual que los hombres se hacen hombres / en su reflexión. O en Telegrama: Todo y nada es lo mismo. / La nada eriza / la niebla del poema. / Alrededor / el frío / dibuja su silencio. / Y el gran secreto / nos mata a todos. // Humedécete más, / poeta.

No obstante, esto no es siempre así, y en lugares puntuales la tensión se relaja y el poema se inclina peligrosamente hacia el terreno del chiste: así en (Espera)nza: Toma asiento y espérame / con los ojos abiertos, / que no voy a volver, o en A las puertas del cielo: Tal vez no te parezca nada justo, querida, / pero, como ya sabes, la justicia / es un gran cuento chino, / o romano, no sé. / Además, esto sólo es un poema. Por dejar ya zanjado el breve capítulo de la negatividad, las repeticiones de la insoportable (en mi opinión) palabra hastío en los dos poemas que tienen como tema el spleen, y la puntual danza de algún tópico, como esos desnudo del alma para abajo, Sólo hay que reposar los sentimientos o haciendo de mi capa grandes velas / con el viento a favor de un poema como Con el viento a favor, que por otra parte tiene este precioso final: Y ya que no hay mar que por bien no venga, / aquí estará mi cuerpo, / como una costa, / como la orilla / de una playa en donde alguien / escribe con mayúsculas / pensamientos de amor.

Es maravillosa la ausencia de ironía en el poemario, entendida ésta en el sentido negativo que le da Zagajewski, sobre todo desde mi perspectiva de reciente lector de En defensa del fervor. Parece que por aquí sigue habiendo cosas por las que batirse el cobre y cosas que merecen la pena y no todo da lo mismo, ni siquiera tras un día tan malo como el del poema Después de todo: Después de todo, / decía, / no puede ser tan malo/ tener / un poquito de fe. Parece que la brújula sigue funcionando y que el eje de coordenadas éticas tiene un norte y un sur, y el poeta algo que decir sobre el gueto de Varsovia o las matanzas de Irak sin dejar de estar haciendo poesía, como demuestra el poema (ejem) Pásalo.

La clave está en la búsqueda de un ideal: el de una visión (mejor diríamos cosmovisión) totalizadora capaz de extraer lo concreto sin perder de vista el plano general en, vuelvo a machacar, el aquí absoluto y el absoluto ahora. Un ideal imposible pero que dignifica la búsqueda y elimina cualquier tentación a la nostalgia o la compasión o la trampa en que muchas veces se convierte el pasado en poesía. Inocencia, mucha inocencia (en el buen sentido, claro) para mantener el tinglado en pie, y sobre todo, repito: mucho aquí y mucho ahora, como ilustran: Ahora sé que sigo vivo porque / mi corazón derrama, dice cosas, / pregunta / por todo el tiempo fuera;, del poema Continuará (mi favorito del libro), o Ubiquémonos, encontrémonos, de la introducción. Buenos consejos.

Me ha gustado mucho el poemario, como es evidente. Creo que poemas como ese Continuará que acabo de mencionar, o Superhéroes y villanos, o Telegrama, o Poema a lo Spencer Tunick, o En un momento hablan por sí solos, y lo que vienen a decir es que aquí hay poeta, y que el siguiente libro saldrá en la edición que ya se merece éste.

1 comentario:

  1. No sé qué decir. Muchas, muchas, muchas gracias por esta reseña. No quiero extenderme demasiado, así que muchas gracias otra vez… y otra vez… y otra vez…

    Son poemas impulsivos, escritos en un momento determinado que me exigía hacerlo de esa manera, decir/sentir las cosas pronto, muy pronto. La mayor parte del poemario está escrito entre mayo y septiembre. Después me desinflé como una pelota de Nivea a finales de verano. Y así sigo, jaja.

    Un abrazo, Maestro!

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