jueves, 1 de febrero de 2007

POR QUÉ MIGUELITO

Mi hijo Miguel se llama así porque la noche anterior al Pleno Onomástico en que Charo y yo decidimos su nombre re-tropecé, en la antología de García Posada, con este viejo poema de E.S.R.:

EL EREMITA
(Miguel Espinosa)

DEJÓ pasar las ocasiones
en que se cebó vuestra avidez.
No fue jamás obstáculo
para ajenas codicias, pues buscaba
la luz de la palabra, que vosotros
despreciáis, pero aun eso
os dolió que buscara. Le envidiabais
por ser distinto y puro, si bien nunca
quisisteis emularlo (el envidioso
halla siempre culpable de inocencia
al envidiado; su vileza admite
sólo al testigo cómplice).
Vivió con dignidad, humildemente,
laborando en lo suyo, y ni siquiera
perdió el tiempo en odiaros.
________________________Sobre el polvo
que sois, sobre la nada
de tanta iniquidad, caerá el olvido.
Mas quedarán sus obras y su nombre,
y su gloria será vuestra condena.



Es, se entiende, una invocación, un deseo, como todo nombre puesto con el corazón y la cabeza. Algo parecido recoge mi compadre Ángel en su post conmemorativo (muchas gracias, socio, y sí, al crío lo que más le gusta en el mundo, aparte de las tetas de Charo, claro, es la luz y Primal Scream). Para mi mujer, por otra parte, Miguel es el nombre de un tío suyo, el que más quiere, y también tiene su sentido.

Y por eso no te llamas Playstation Espejo, hijo mío.

1 comentario:

  1. ¿Le has comentado ya a Eloy el por qué de vuestra sabia decisión? Si no lo has hecho, hazlo; creo que le agradará mucho saberlo. De todos modos, si no te importa, yo mismo, en cuanto me lo cruce, se lo cuento.
    A mí me encanta el nombre de Miguel (tengo muy buenos amigos que se llaman así) que, como ya sabrás, procede del hebreo Mikha-el, que significa "Dios es justo, incomparable" o también "¿Quién como Dios?". El arcángel que porta ese nombre es, ni más ni menos, el jefe de las cohortes celestiales, que fue capaz de derrotar al mismísimo Satanás.
    Enhorabuena por haber ingresado a Miguelito en el "club" de Espinosa, Montaigne, Cervantes e ¡Indurain! ¡Ahí es ná!

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